Sociedad
de bajo coste
Es curioso cuando uno encuentra su propia
reflexión personal en algún medio. De repente, se siente reconfortado y
agradecido por la compañía…
Hace tiempo tengo la sensación de vivir en
una sociedad como la que describe Vicente Verdú en “Sociedad de bajo coste” (El
País, 19 Feb. 12) . Y por eso no quiero dejar de señalar esta reflexión y esta
crítica que, en mi opinión es tan claramente detectable hoy día.
Y es que con la actual crisis muchos se han
preguntado si el deterioro general al que hemos llegado no se debe también al
deterioro de la calidad de las personas. A lo que va unido la eterna dialéctica
de si es la sociedad quien decide el valor de los individuos o son los
individuos quienes perjudican a las sociedad?
A partir de lo cual, Verdú se interroga sobre si ha sido la codicia de
los agentes financieros quienes desencadenaron esta gran crisis o fue el
sistema neoliberal quien arrolló los pilares que habían proporcionado
estabilidad y prosperidad durante más de 10 años seguidos? Sea como sea, su
resultado queda materializado hoy día, según Verdú, en una sociedad cuya
insignia es el low cost. Precios bajos, corta obsolescencia de artefactos,
cortas amistades y amores, “vínculos que a su brevedad suman la propensión a la
avería”. Y, es que, a esa inmoralidad del sistema económico se une la carga de
la débil moral cívica o personal. “La pérdida de importancia de la integridad
es la pérdida de importancia del mundo”
En cualquier caso, no es solo Vicente Verdú
el único en denunciar esto, son muchos otros los que advierten la
superficialidad de los vínculos afectivos. Carencia de o lazos profundos que
conduce a no vivir experiencias
afectivas de calidad. Con los años se ha producido una clara apertura social lo
que implica también una mayor libertad para elegir cómo queremos relacionarnos.
Otros lo han llamado el imperio de lo efímero
(G. Lipotvetsky) denunciando una sociedad dirigida por la moda y no por
ideologías o ideales políticos. Moda como principio que organiza la vida
cotidiana de los individuos y la producción socio-cultural, dictando así los
cambios de gustos, valores, tendencias y costumbres. Y decir moda no es otra
cosa que decir, institucionalización del consumo, seducción de los sentidos,
proliferación de nuevos modelos, creación a gran escala de necesidades
artificiales, organización social de la apariencia, generalización de lo
efímero. “Se cultiva el gusto por lo nuevo y diferente más que por lo verdadero y
bueno. Las conciencias se mueven bajo el imperio de lo superficial y caduco.”
Así se critica un estilo de vida en la movilidad y el cambio permanente
extrapolable a cada vez más aspectos de nuestra vida.
Gilles Lipotvetsky,
filósofo y sociólogo francés, plantea una visión de la sociedad regida por un
neoliberalismo narcisista. Su obra, de hecho, gira fundamentalmente en torno a
la evolución y desarrollo del individualismo actual. Análisis que se centra en
la creación de una nueva categoría del pensamiento frente a la ambigua concepción
de posmodernidad, la hipermodernidad. Lipotvetsky afirma que la posmodernidad
ya no sirve para describir el momento actual de las sociedades liberales. “Estamos en
un momento histórico donde no existen sistemas alternativos al presente y donde
el mercado ha impuesto su ley”. Con la hipermodernidad, presenta un mundo
caracterizado por la invasión de las nuevas tecnologías y la modificación del
concepto de cultura, que se forma ahora a través del capitalismo, del imperio
del hiperindividualismo y de la tecnociencia. La cultura, dirá, es ahora inseparable de la industria comercial
y abarca todos los rincones del planeta, tiene aspiraciones concretas
planetarias, independientemente del nivel económico.
El acceso
democrático al lujo, y el híper-consumo han provocado grandes desequilibrios
internos en la relación del individuo consigo mismo. La economía ocupa uno de
los papeles relevantes que mejor condicionan a la sociedad en la que vivimos.
Existe un nuevo concepto de cultura, la cultura-mundo, que dista mucho del tradicional
enfoque que en su día puso en marcha la Ilustración con la asociación de este
término a los conocimientos humanísticos. La cultura-mundo actual significa el
fin de la heterogeneidad tradicional de la esfera cultural y la llegada de la
universalización de la cultura comercial, conquistando las esferas de la vida
social, los estilos de vida y casi todas las esferas de las actividades
humanas. En esta nueva cultura encontramos nuevos problemas con repercusiones
globales pero al mismo tiempo también tenemos crisis existenciales; de este
modo, Lipovetsky argumenta que el mundo se ha vuelto cultura y que, a su vez,
la cultura se ha vuelto mundo.
Ideas.